por Jorge Parragué López
Por estos días de cumbres y arrebatos diplomáticos, a ratos existen muchos temas relevantes que pasan a segundo o tercer plano y sin duda que uno de ellos, es el que dice relación con la presentación al Congreso Nacional por parte de la Presidenta de la República, de un proyecto de ley que busca regular la radiodifusión comunitaria.
Y es que no es un tema menor, que en un país como el nuestro, donde existe una alta concentración de los medios de comunicación en enormes conglomerados empresariales que rigen los destinos informativos del país desde Santiago, la radiodifusión comunitaria se transforma en una excelente herramienta para romper la exclusión y dar vida a estamentos de información con identidad local.
Por eso es tan importante esta iniciativa legal, que no sólo considera, en la medida que sea técnicamente posible, el establecimiento de un bloque del dial diferenciado, para evitar interferencias, sino que lo más relevante es que como ha señalado el Subsecretario de Telecomunicaciones, Pablo Bello, gracias a este proyecto podrán acceder a una concesión radial precisamente las organizaciones comunitarias, que se encontrarán insertas en un registro especialmente controlado y diseñado para velar por la transparencia del proceso, terminando de raíz con la actual situación que beneficia particularmente a sociedades comerciales que se adjudican estas licitaciones.
Entonces, de lo que se trata aquí es de romper la exclusión y abrir las puertas a la creación de espacios de comunicación e información con identidad local. Qué fácil es para la ARCHI transmitir desde Santiago y llenar los rincones del país con antenas repetidoras, condenando a todo Chile a conocer la restricción vehicular y la temperatura en el centro de la capital. Por el contrario, qué importante es para las personas acceder a medios locales que les informen de los temas que realmente les importan.
En el mismo sentido, que justicia se hace también al considerarse en el proyecto de ley, la posibilidad de que las Radios Comunitarias puedan autofinanciarse, lo que evidentemente y como una externalidad positiva, beneficiará a centenares de pequeños emprendimientos de carácter local, que podrán dar a conocer sus productos y servicios a través de estos medios comunitarios, con los consiguientes beneficios sociales y de progreso que ello conlleva. Por su parte las grandes tiendas y cadenas comerciales, seguirán utilizando las antenas de las radios ARCHI, para su publicidad, lo que viene a hacer justicia tanto con las estaciones comunitarias, como con las empresas de menor tamaño y actividades comerciales familiares.
En consecuencia, podemos observar que es un proyecto que le hace bien a Chile y a su democracia, que permite abrir los espacios de comunicación e información a los diversos estamentos de la sociedad y descorre el velo de la miopía informativa y comunicacional que a ratos Santiago impone a todo el país.
Porque el espacio radial es de todos y no sólo de quienes desean lucrar con él, este proyecto apunta a la dirección correcta y junto con el de Televisión Digital, busca democratizar espacios que necesitan ventilarse, abriendo espacios a la participación y manifestación de todas las expresiones. En definitiva, se trata de medidas progresistas, que esperamos sigan convirtiendo a Chile, en un país más inclusivo.
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